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Jamil Zaki: How to escape the cynicism trap | TED

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El cinismo nos atrapa, pero la empatía y el optimismo son claves para mejorar nuestras relaciones y construir un futuro mejor.


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Cómo el cinismo se convierte en una trampa autodestructiva y cómo podemos escapar de ella

Estamos viviendo una época de crisis global que ha sacado a relucir nuestros peores instintos, aumentando la división y fomentando el cinismo. La confianza en los demás ha disminuido drásticamente, y el optimismo se percibe como algo ingenuo y obsoleto. El cinismo se ha convertido en una epidemia, y muchos lo ven como una señal de inteligencia, aunque la investigación muestra lo contrario: los cínicos tienden a rendir peor en pruebas cognitivas y negociaciones.

El cinismo no solo distorsiona nuestra percepción de la realidad, sino que la cambia, envenenando nuestras relaciones, nuestras vidas y nuestra cultura. Los cínicos tienden a evitar la intimidad y la cooperación, lo que crea las mismas condiciones que temen. Este ciclo autodestructivo afecta nuestras interacciones sociales, nuestras amistades y nuestra felicidad. Sin embargo, al igual que las historias cínicas pueden volverse autocomplacientes, las historias esperanzadoras también pueden serlo. La empatía y la generosidad no solo son posibles, sino que son esenciales para escapar de esta trampa y construir un futuro mejor.

Cynicism doesn't help us see reality more clearly, but it does change reality, poisoning our relationships, our lives, and our culture.

El auge del cinismo y su trampa

En 2021, en medio de una pandemia global, la humanidad ha mostrado sus peores instintos. La división es tan profunda que incluso la salud pública se ha convertido en una lucha de poder. A pesar de haber desarrollado una vacuna, un logro comparable a la llegada del hombre a la luna, esta se ha distribuido de manera desigual, favoreciendo a los países ricos mientras los pobres sufren. En este contexto, hablar de optimismo parece algo anticuado, como discutir sobre buscapersonas o carruajes tirados por caballos. ¿No es el optimismo algo obsoleto, ingenuo, considerando todo lo que hemos vivido? Para muchos, el optimismo ha sido reemplazado por el cinismo, la creencia de que la humanidad es egoísta, codiciosa y deshonesta. En 1972, el 45% de los estadounidenses creía que se podía confiar en la mayoría de las personas, pero para 2018, esa cifra había caído al 30%. Estamos viviendo una epidemia de cinismo.

El orador, un psicólogo y neurocientífico que ha dedicado su carrera a estudiar el lado positivo de la naturaleza humana, admite que en 2020 el cinismo lo infectó. A pesar de que su investigación muestra que ayudar a los demás activa las mismas áreas del cerebro que comer chocolate, y que ayudar a otros a superar su estrés calma el nuestro, él mismo comenzó a perder la esperanza. Se sentía como un fraude, vendiendo algo en lo que ya no creía. Aunque estaba construyendo esperanza en los demás, él mismo la estaba perdiendo.

El cinismo, sin embargo, no es una mejora en nuestra visión del mundo. No nos permite ver quiénes somos realmente, sino que nos atrapa en una versión del mundo en la que no queremos vivir. Un estudio realizado en dos pueblos pesqueros en Brasil lo ilustra bien. Uno de los pueblos está junto al océano, donde los pescadores deben trabajar juntos en grandes barcos. El otro está junto a un lago, donde los pescadores trabajan solos en pequeñas embarcaciones. Los pescadores del océano confían más en los demás y cooperan con sus vecinos, mientras que los pescadores del lago son más competitivos y desconfiados. Lo interesante es que estas personas no empezaron siendo diferentes, pero con el tiempo, su entorno social los moldeó. Los pescadores del lago se volvieron más competitivos, mientras que los del océano se volvieron más cooperativos. Esto demuestra que nuestros entornos sociales nos moldean, ya sea hacia el optimismo o el cinismo.

En tiempos de desastre, como la pandemia, el cinismo tiende a aumentar. Después de los últimos 18 meses, existe el riesgo de que la sociedad caiga en un "permafrost cínico", una situación en la que el cinismo se vuelve permanente. Sin embargo, aunque muchos creen que los cínicos son más inteligentes y mejores detectores de mentiras, la realidad es que los cínicos tienden a rendir peor en pruebas cognitivas, ganan menos dinero y pierden más en negociaciones.

La trampa del cinismo y cómo escapar de ella

En un estudio, se realizaron entrevistas de trabajo simuladas donde la mitad de los candidatos mentían y la otra mitad decía la verdad. Los cínicos y no cínicos observaron los videos de estas entrevistas y trataron de adivinar quién mentía. Los cínicos lo hicieron mucho peor, ya que tienden a asumir que los mentirosos están en todas partes, lo que les impide identificar a los verdaderos. Esto demuestra que el cinismo no es tan inteligente como parece, pero sigue siendo poderoso. Las historias que los cínicos cuentan sobre los demás se convierten en profecías autocumplidas. Al rechazar la intimidad y la cooperación, y al lastimar a otros para evitar ser lastimados, los cínicos provocan que los demás reaccionen mal, a veces actuando de manera egoísta. Así, al maltratar a los demás, los cínicos crean las condiciones exactas que temen. Viven en un mundo lleno de villanos, un mundo que ellos mismos han creado.

El laboratorio del orador estudia cómo las personas caen en esta trampa del cinismo. En un estudio, se preguntó a las personas cómo funciona la felicidad. Algunas creían que la felicidad es un juego de suma cero, es decir, que si una persona es más feliz, otra debe ser menos feliz. Sin embargo, esto es incorrecto. Cuando actuamos generosamente hacia los demás, nuestra felicidad tiende a aumentar. Pero los cínicos, al actuar según su ilusión, son menos propensos a ayudar a extraños cuando tienen la oportunidad, lo que los hace menos felices. Al acaparar el bienestar, pierden uno de sus ingredientes clave: otras personas.

En otro estudio, se preguntó a republicanos y demócratas qué significaría empatizar con el otro lado. Algunos vieron la política como una guerra y pensaron que la empatía sería inútil. En un estudio con estudiantes universitarios, se midió el cinismo sobre la empatía y se les preguntó sobre los amigos que habían hecho en el campus. Aunque el campus era mayoritariamente liberal, los no cínicos lograron hacer amigos con diversas ideologías, mientras que los cínicos se rodearon de personas con ideologías similares. Aunque esto es su derecho, la mayoría de las personas desearía que el país estuviera menos dividido, y la empatía es clave para lograr ese objetivo. Al renunciar a la empatía, los cínicos pierden esa oportunidad.

El cinismo no solo afecta a las personas individualmente, sino que también se propaga a través de la sociedad. Los padres transmiten sus sospechas a sus hijos, los políticos actúan de mala fe y dañan la confianza de los votantes entre sí, y los medios de comunicación comercian con el juicio y la indignación. Nuestro cinismo se ha convertido en su producto, y es una industria en crecimiento. El cinismo no nos ayuda a ver la realidad con más claridad, pero sí la cambia, envenenando nuestras relaciones, nuestras vidas y nuestra cultura. No es una actualización del sistema, es malware mental.

Sin embargo, no tenemos que aceptar el cinismo. Podemos tomar control de nuestras historias y escapar de la trampa del cinismo. En un estudio, se enseñó a las personas que la felicidad no es un juego de suma cero y que ayudar a los demás también nos ayuda a nosotros. Estas personas, en comparación con aquellas en una condición cínica, donaron más a la caridad y terminaron más felices. En otro estudio, se cambió la forma en que las personas pensaban sobre la empatía en la política. A algunos se les hizo leer un ensayo cínico que sugería que la empatía era una debilidad. Después, se les pidió que escribieran una nota sobre el control de armas a alguien con quien no estaban de acuerdo, y las respuestas fueron agresivas y despectivas.

El poder de la empatía y la lucha contra el cinismo

Todo comenzó con un experimento que, sin querer, recreó la dinámica de Twitter. Se pidió a diferentes personas que leyeran ensayos sobre empatía y luego escribieran a alguien con una opinión opuesta sobre el control de armas. Un grupo leyó un ensayo que describía la empatía como una debilidad, mientras que otro grupo leyó uno que la presentaba como una fortaleza. El resultado fue sorprendente: aquellos que leyeron sobre la empatía como una fortaleza comenzaron a escribir de manera más conciliadora. Un demócrata, por ejemplo, escribió: "Todos queremos lo mejor para el país, y hay cosas en las que podemos encontrarnos a mitad de camino." Un republicano, por su parte, reconoció: "Es muy comprensible que pienses que tiene sentido hacer las leyes de armas más estrictas."

Lo que sucedió fue que leer un simple ensayo transformó a algunos en nuevos optimistas y a otros en nuevos cínicos. Y esto no solo afectó la forma en que escribían, sino también el impacto que tenían en los demás. Las notas escritas por los nuevos optimistas resultaron ser más persuasivas, logrando cambiar más opiniones que las de los nuevos cínicos. En otras palabras, cuando las personas aprendieron que la empatía era útil, la usaron, y efectivamente se volvió útil.

Este experimento demuestra algo crucial: si las historias cínicas pueden volverse profecías autocumplidas, las historias esperanzadoras también pueden. El cinismo no es la única raíz de nuestros problemas, y el optimismo por sí solo no los resolverá, pero es difícil cambiar un sistema roto si creemos que solo refleja nuestra naturaleza rota. Si pensamos que las personas son egoístas por naturaleza, entonces las leyes y prácticas tóxicas seguirán existiendo. Sin embargo, podemos elegir contar una historia diferente.

Podemos ser escépticos, exigiendo pruebas antes de creer en las personas, pero también podemos ser esperanzados, sabiendo que pueden cambiar para mejor. Podemos notar su bondad, incluso cuando los medios no lo hacen, y podemos imaginar sistemas construidos sobre esa bondad. Podemos encontrar a otras personas en nuestras comunidades, sindicatos y grupos de fe que quieran lo mismo. Juntos, podemos usar nuestro optimismo colectivo para construir bolsillos de solidaridad y ayuda mutua, pequeñas "aldeas oceánicas" que pueden crecer con el tiempo.

El cinismo es como arenas movedizas: cuanto más te mueves en él, más te hundes. Pero la próxima vez que logres salir de ese cinismo y encuentres algo de fe en la humanidad, recuerda extender la mano y ayudar a alguien más que esté atrapado. Porque el optimismo no es un relicto del pasado; es una clave para construir un futuro mejor, permitiéndonos verlo con mayor claridad.

Conclusion

Believing in people's capacity for change and fostering hopeful narratives are essential to combat cynicism and systemic failures.


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